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La mirada Subterránica

Lo mejor de la música

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Es cierto que algunas personas pueden desarrollar en la práctica  de manera empírica una base sólida en ciertas áreas del conocimiento, para esto se requieren muchos años, se requiere una personalidad curiosa, capacidad de análisis, un sentido común altamente desarrollado y sobretodo el ensayo y error constante en lo que se está desarrollando.

Podría tomar como mi punto de enunciación cualquier profesión, desde el deporte (sería un artículo de 800 páginas) la política (interminable) la inseguridad de Colombia (insoportable) pero lo haré desde el campo en que yo ejerzo, el periodismo de espectáculos y de cultura. Un área bastante subestimada en casi todo el planeta, que carece de especialistas y la mayoría de las personas que se han dedicado a esto lo han hecho por gusto y por amor ya sea a la música, al cine, a la pintura o a cualquiera de las artes, muchas veces sin embargo sin más armas que las ganas de hacerlo y una pasión inagotable que en casi todos los casos termina en la frustración o la decepción. Vuelvo a repetir y hacer énfasis en que no es general, existen casos de periodistas empíricos que son modelos a seguir y son personas que ha aportado tanto o más al crecimiento de la profesión que los académicos más recalcitrantes.

Es cierto también que la constitución otorga libertad de expresión a todo ciudadano que viva en Colombia y que por lo tanto en nuestra lógica medieval esto se tradujo en la eliminación de la comunicación social como carrera universitaria exclusivamente y le dio facultades a todo ciudadano de fundar medios de comunicación, de exponer sus ideas y en general de hacer con su pensamiento lo que se quiera, en muchos países del mundo solo bastará esto para ser considerado un paraíso, pero como todo en Colombia esta ley tiene sus formas de introducirse en los intersticios y se convierte en un arma de doble filo que muchas veces en lugar de construir un debate alimenta odios y peleas que han terminado incluso en asesinatos o condenas para sus protagonistas.

A las aulas no solo se va a aprender a “hacer periodismo”, muchas personas creen que las profesiones creativas como la actuación, la música y la escritura son innatas y se desarrollan con la vida y la práctica nada más. Es correcto si lo que se quiere es exactamente eso, practicar, hacer, crear. Pero el campo de conocimiento va mucho más allá, la comunicación social ha evolucionado hasta convertirse en una ciencia social que está en pleno desarrollo y necesita urgentemente teóricos e investigadores que ayuden a su crecimiento. Así mismo en las aulas es en donde se adquieren las competencias complementarias para poder llevar una buena praxis de la profesión. Sobretodo estamos hablando de la ética y las formas de expresarse y actuar en el campo de lo público, cosa que los periodistas en Colombia parecen no conocer y entonces no se están diferenciando mucho de los blogueros casuales o de las personas que pelean en los temibles foros.

Acá se comenten errores que rayan en lo ordinario, la escogencia a dedo de periodistas para cubrir eventos de acuerdo a “quien me cae bien o me cae mal” es una práctica normal en Colombia, es una mordaza a la libertad de expresión, los periodistas sin escuela que contratan en algunos medios dirigidos por otros comunicadores sin educación convierten la crítica y el debate en odio y en rencillas personales y comienzan a vetar y a segregar a ciertos medios y personajes para cubrir sus eventos. Es por eso que muchos otros periodistas empíricos asumen una especie de miedo a hablar o a escribir y quieren quedar siempre bien con todo el mundo por el temor a ser vetados, a ser discriminados y no tener más credenciales o acreditaciones para ir a eventos o sencillamente para “no ganar enemigos”

El periodismo es para valientes, es una práctica que exige y demanda el debate, la denuncia, la investigación y si usted no está de acuerdo con esto entonces no hará nada en el campo y será únicamente una prostituta de la profesión, que se vende al mejor postor y que está en ella por razones de vanidad y ego.

Cuando usted funde un medio o trabaje en él, debe saber que tiene la responsabilidad moral y ética de cumplir con los compromisos sociales que adquiere al llamarse “periodista”, y si ese título se lo colocó usted solo porque tiene una página web, una blog, un libro, un periódico, entonces la responsabilidad es doble porque además de llevar todo a la realidad le toca por sus propios medios investigar y leer sobre las condiciones éticas y morales de la comunicación social, su legislación, sus teorías y la infinidad de contenidos que se están desarrollando en torno a esta. Es por eso que las aulas son necesarias para todo aquel que quiera ser parte del mundo del periodismo o la comunicación social, para que aporte a su crecimiento y no para que lo destruya como en muchas ocasiones sucede.

Recuerde siempre que comentario negativo se pierde en el mar de los positivos y resalta la envidia, recuerden que la envidia es el tributo que ignorancia le rinde a la inteligencia y se nota cuando alguien actúa motivado por otra razón que no sea la de informar. Usted como periodista tiene derecho a dar opiniones, a contar historias, pero jamás tiene derecho a juzgar o a hablar sobre la persona y su intimidad, no es lo mismo decir “la labor de este personaje es cuestionable e ilegal”, a decir “Este personaje es un pendejo”, hay que saber trazar los límites de la historia con los de la intimidad de una persona para no destruir su imagen.

Para crecer empíricamente como profesional o en las aulas hay que atravesar cientos de kilómetros de vida y dificultades, de lo contrario lo único que se hace es envejecer, cuando un niño de 20 años cree que sabe todo en la vida y su petulancia lo hace ciego, el hombre que resulta de ese ser es un ente vacío y prepotente que dicta a los demás la realidad según su mundo interior y de esos seres países como el nuestro está lleno precisamente porque no tuvieron educación, son los que ven una película como “Wiplash” y esa disciplina les asusta y hacen comentarios como “la música no es eso, la música es tal y tal cosa” pero la realidad es que les asusta la corrección, la humillación, la disciplina, pero al final las lecciones se aprenden de cualquier manera y las que tiene que dar la vida, las da cien veces más fuerte que el profesor en la película.

Cuesta aprender a aceptar que la realidad no es la que uno tiene en la cabeza, cuesta mucho anteponer el “según tal” a una lista, un ranking, una opinión… “La mejor banda de Rock según Subterránica”, “Las 10 mejores canciones de la historia según AMIC”, porque nos regocijamos en el poder de creer que todo lo que se publica es verídico y es ley. Es muy difícil sobretodo en el periodismo cultural encontrar escritos que carezcan de odio o de prepotencia.

Me permito ilustrar este artículo con un caso que le ha sucedido a muchas personas involucradas en el Rock Colombiano que es el área en la que yo me muevo tanto en música, es decir en la práctica artística como en la práctica del periodismo y la investigación. Es común en Colombia que las personas no emitan opiniones sobre los actos de los demás sino sobre la persona en sí, me explico. En Colombia no existen las deudas, existen los ladrones. Cuando usted adquiere una deuda con un colombiano y no le paga el día que puede por alguna razón, el colombiano no dirá, “este personaje me debe dinero” sino dirá “me robó”, seguido por un desfile de improperios que tal vez usted ni sabía que existían. Una historia que conocimos en 2007, sucedió que el primer evento que armamos con nuestro naciente colectivo cultural fue cancelado a última hora por la secretaría del Interior y por Sayco ya que querían dinero, el evento no se realizó y no pasó nada. Solo una banda iba a cobrar su presentación y obviamente al cancelarse el show se congela todo, en ningún momento hubo un contrato o algún acuerdo que dijera que si por alguna razón el evento se cancelaba, porque jamás lo pensamos. Lo que sucedió después es que su manager, un periodista empírico se encargó de dañar nuestra reputación ante toda la escena que ya lo conocía a él y que hasta ahora nos estaba conociendo, llevando consecuencias que después de casi diez años han pesado sobre nosotros. Una persona que ha pasado por las aulas no hace esto porque comprende las cosas de manera diferente, esto es un atropello a la ética y una clara falta de educación que cometen los “periodistas” autoproclamados.

Entonces acá en nuestro país el periodista empírico peca por pensar no en la obra sino en la persona, no en el hecho sino en lo mal que le cae el otro. Esto además de ser ilegal, es una falta terrible que coloca nuestra profesión al mismo nivel de un programa de chismes.
Las aulas enriquecen el conocimiento y no es por “un cartón”, es por el debate enriquecedor entre maestro y alumno, por el despeje de las dudas, por la búsqueda en conjunto del conocimiento, por la evaluación cuantitativa que lo obliga a uno a esforzarse más, son el camino más enriquecedor en cualquier área del conocimiento, son un atajo al camino de la práctica empírica y solitaria la cual es muy válida, pero que usted debe aceptar que si escoge este camino, deberán pasar años para que lo domine, no crean que porque tiene 25 años, una página web y una pasión enorme ya son maestros.

Si aman la comunicación social, entonces respétenla y practíquenla como debe ser. Con ética y responsabilidad, pero sobretodo con una creatividad constructiva hacia los demás.


@felipeszarruk

Felipe Szarruk, Comunicador social con formación paralela en artes (música, cine y teatro), Maestrante en Estudios Artísticos, fundador del colectivo contracultural Subterránica y músico del circuito de rock bogotano.

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