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La mirada Subterránica

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Así estaba la Zona de Prensa después de las 7 de la noche el tercer día del Festival, miles y miles de personas abarrotaron la zona hasta tal punto que debieron cerrarla, hubo muchas peleas y roces, no se podía realizar cubrimiento y no dio abasto para albergar a tanto VIP.
La historia se repite una vez más, miles de personas abarrotaron la “zona de prensa” en el festival Rock al Parque generando un caos al personal de logística y tirando a la basura el trabajo de los poquísimos reporteros que trataban de tomar fotografías o hacer una escucha consciente para cubrir el evento, pero antes de cualquier reclamo, la gente debe enterarse que no es culpa del festival totalmente, hay intereses políticos de por medio.

El trabajo de los periodistas independientes es vital para las bandas porque son los único que le dan visibilidad, los únicos que escriben sobre ellos, los únicos que toman fotos medianamente decentes para el recuerdo, excluir a los periodistas por darle cabida a miles de amigos y personas que sienten tener más derechos que los demás y que en su mente piensan que no pueden mezclase con “la plebe” es una afrenta a la misma escena del rock. Para darle una validación a este argumento hay que recordar que el festival es una política pública y como tal se ampara en los derechos y deberes consignados en La Constitución De La república, en la cual el derecho a la igualdad es fundamental. Es decir, no es igual hablar de la distribución de localidades en un concierto privado con fines comerciales que en una política pública, es muy importante aclarar esta diferencia.

Durante casi todo el festival las zonas de prensa estuvieron casi vacías y era cómodo realizar fotografías y reportajes, los periodistas también llegan tarde a hacer su trabajo.

Algunas bandas emergentes no reconocen el trabajo de los periodistas que los cubren, si no fuera por esas personas sus proyectos jamás tendrían exposición en medios, una banda es un eslabón del cluster de la industria en donde los medios juegan un papel vital, pero hay músicos en Colombia que creen que basta con teer una guitarra y haber nacido para ser escuchado. No es así, están equivocados.


¿En donde estaban esas miles de personas durante los tres días del festival? ¿En donde están los miles de reportajes sobre esa noche? Lo único que vemos es la saturación en redes sociales de las fotografías de esos “aristócratas” luciendo sus manillas y sus celulares plasmados en cada foto y video de los medios que sí lograron a empujones cubrir los escenarios, pero en las horas y los días anteriores al cierre estas zonas estuvieron prácticamente vacías hasta las seis de la tarde, el rock local le interesa a muy pocas personas y esto se comprobó durante cada jornada, entonces ¿Si nadie nos suena quien nos escucha? Las personas conocen a Juanes y a Fito pero les importa poco Cuerda Rotta o Tappan que son excelentes exponentes del género y quiebes verdaderamente deberían beneficiarse de este proyecto.

En la zona interna la distribución del espacio era incómoda, no había acceso a los artistas y se formaban aglomeraciones que no permitían llevar a cabo correctamente las actividades.

Y no solo sucedió en las tarimas, la zona de prensa interna fue un desastre, un sofá y una silla empotrada en una esquina en donde se sentaban los artistas por un par de minutos y en donde era absolutamente imposible atender más que a los cinco que se aventuraban a luchar por estar enfrente, un espacio inadecuado, carente de facilidades para transmisión, para trabajar, sin agua, sin acceso a los artistas y hay que decirlo porque.


Así como hay que decir que el festival en materia de logística estuvo impecable, hay que decir que para los periodistas es un infierno. De repente para los muchachos que viven la experiencia por primera vez es alucinante, pero para quienes llevan tiempo y toman esto como un trabajo ha sido una tortura.

Esto es algo que no puede seguir sucediendo, hay que replantear estas áreas y buscar una solución que beneficia a todos.

Este es uno de los procesos que deben cambiarse, la verdad no hay nada más que se pueda decir, se debe separar la zona de prensa de la de los amigos que en este caso deben ser personas que requieran estar en esa zona, como personas con discapacidad, agentes de la música de renombre que deseen acercarse a los artistas para ofrecer oportunidades, programadores de festivales, representantes de la industria, artistas y no los parceros y viejos conocidos de nadie, ese espacio es demasiado grande, a los periodistas nos basta un pequeño corredor para que los fotógrafos accedan a imágenes profesionales sin tener que saltar por encima de los palitos de selfie, de los sombreros y sombrillas de los estratos más altos de la sociedad, no se necesita una cancha de fútbol para eso. Esa pasarela debería llegar hasta el público, pero la zona de prensa era tan grande que llegaba únicamente hasta la mitad de la misma.


Es fácil arreglar este problema, tener una planeación cuidadosa en la pre producción del festival y tomar en serio el trabajo de los periodistas que al fin y al cabo son quienes mueven la información de la escena local, porque los medios “grandes”, aquellos que tienen las carpas en lugares privilegiados, es muy poco lo que hacen durante el año por las bandas en comparación con los que se dedican de lleno a la escena sin esperar nada más que hacer un buen trabajo.

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